LAS EMOCIONES Y LA SALUD

Hoy en día sería absurdo no reconocer que el ser humano es un ser holístico y que por ende, todo aquello que abarque nuestra mente y nuestras emociones va a influir de manera positiva o negativa en nuestro cuerpo y salud física y viceversa. Basta imaginarnos una buena comida para que empecemos a salivar, o darnos cuenta como sentimos un “nudo” en el estómago al pensar en algo que tememos enfrentar. De manera que el pensamiento dispara un determinado estado emocional y como consecuencia una sensación corporal. Entendiendo entonces que mente y cuerpo son un solo Sistema, entonces es fácil aceptar que nuestras emociones van a influir directamente en nuestro estado de salud, bien potenciando la salud o propiciando la enfermedad.

EL SER HUMANO COMO UN SOLO SISTEMA
Esta realidad es más fácil de comprender cuando analizamos cómo está conformado nuestro organismo para hacerse cargo de nuestra salud. Todos los seres humanos estamos dotados de dos importantes Sistemas, el Sistema Inmunológico y el Sistema Endocrino, a quienes se consideran como los dos Sistemas preservadores de la vida. Sin embargo, estos dos Sistemas actúan íntimamente conectados con el Sistema Nervioso Central, de manera que lo que suceda en cualquiera de estos tres Sistemas, irremediablemente repercutirá en los otros dos. En consecuencia, si sabemos que las emociones son por esencia la manifestación del Sistema Nervioso de todo individuo, entonces resulta evidente que todo problema de salud que pueda estar pasando una persona, tiene una cuota emocional importante que hay que atender o, más que una cuota, puede incluso ser la causa fundamental que ha disparado la situación de enfermedad que se está padeciendo.

LA INTERACCIÓN DE LOS SISTEMAS
Para entender el proceso es importante conocer un poco acerca de los Sistemas Inmunológico y Endocrino y su interacción con el Sistema Nervioso Central. El Sistema Endocrino lo forman un conjunto de órganos y tejidos del organismo que liberan un tipo de sustancias llamado hormonas que regulan el crecimiento, el desarrollo y las funciones de muchos tejidos, y coordinan los procesos metabólicos del organismo. Por su parte el Sistema Inmunológico está compuesto por células y proteínas que se encargan de defender nuestro cuerpo contra agentes invasores extraños como bacterias, hongos, parásitos, virus y células malignas.
Ahora, la respuesta de estos dos Sistemas está guiada por el Sistema Nervioso Central, más específicamente a través del Hipotálamo, que es una estructura del cerebro que cumple una importantísima función en la regulación homeostática del organismo, en el comportamiento sexual y muy específicamente en las emociones, ya que recibe instrucciones directamente del Sistema Límbico del cerebro, que es la zona donde se procesan las emociones.
De esta manera, el Hipotálamo envía los mensajes a la Hipófisis que es la glándula del Sistema Endocrino que dirige los influjos hormonales en el organismo, y al mismo tiempo, el Hipotálamo también envía mensajes directivos al Sistema Inmunológico para el proceso de la respuesta inmunológica.

LOS APORTES DE LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA Y LA PNL
Dada esta comprobada interacción, con énfasis en el impacto del manejo de las emociones en la salud o la enfermedad, en los últimos años la Psiconeuroinmunolgía y la Programación Neurolingüística (PNL) han venido realizando importantes intervenciones con excelentes resultados, trabajando directamente sobre el estado emocional de las personas, cuya combinación con el tratamiento médico respectivo ha demostrado ser altamente efectivo en la respuesta de recuperación de la salud.

La Psiconeuroinmunología se ha avocado al trabajo combinado de restituir la salud emocional a las personas a través del apoyo psicoterapéutico y la llamada Visualización Curativa, que ha logrado, a través de la imaginación guiada, estimular el aumento de los diferentes tipos de células y defensas a objeto de detener y disminuir el crecimiento de células tumorales, y en consecuencia mejorar notablemente la respuesta inmune. Uno de los más destacados en esta rama es el Dr. Carl Simonton, autor del libro “Sanar es un Viaje”, quien dirige el Simonton Cancer Center en Estados Unidos.

Por su parte la PNL, se ha destacado en el trabajo sobre el cambio de creencias, las cuales son preponderantes para una respuesta estresante o no estresante ante los distintos eventos y acontecimientos a los que estamos sometidos los seres humanos. Las experiencias de Robert Dilts, autor de “Identificación y Cambio de Creencias. Un Camino Hacia la Salud y el Bienestar” entre otros de sus libros, han sido de las más conocidas y difundidas, siendo hoy de gran uso en el trabajo psicoterapéutico.

EL ESTRÉS Y EL SISTEMA INMUNOLÓGICO
Frente a un evento que es percibido y vivido como estresante por el individuo se produce liberación de cortisol, adrenalina y noradrenalina, sustancias que han demostrado ser supresoras de la respuesta inmune. De allí que una situación estresante que se convierta en crónica, sin posibilidad de control real o imaginario de parte del sujeto, puede resultar nefasta y convertirse en un permanente inmunosupresor. Por el contrario, si el sujeto es capaz de percibir, sea real o imaginariamente que puede asumir satisfactoriamente el control de la situación, el evento estresante reduce el efecto inmunosupresor.
Aquí es importante resaltar que es la subjetividad la que determina que un evento resulte o no estresante. Por eso el apoyo psicológico es fundamental para generar un cambio que ayude a la persona a cambiar su percepción ante los acontecimientos que se le puedan presentar como estresantes.

Basado en este supuesto y luego de largos estudios y aplicaciones terapéuticas, el Doctor Carl Simonton, uno de los más destacados, o a mi manera de ver el principal precursor de la Psiconeuroinmunología, propone que ante una situación traumática o un permanente estrés psicológico, que por lo general suele generar otros problemas emocionales como una depresión, ansiedad o desesperación, el Sistema límbico del individuo genera una doble señal o mensaje. Por una parte va un mensaje al hipotálamo que es transmitido al Sistema Inmunológico generando una supresión de la respuesta inmunológica. La otra señal va a la glándula Hipófisis quien controla al Sistema Endocrino creando un desbalance hormonal y en consecuencia el desarrollo de células anormales. Estas alteraciones de los dos grandes Sistemas encargados de mantener nuestro cuerpo sano, por supuesto se va a traducir en la generación de la enfermedad.

Entonces, este mismo modelo plantea, que independientemente del tratamiento médico que se aplique al paciente, éste debe combinarse con una adecuada intervención psicoterapéutica que ayude al reencuadre emocional de la persona, lo que también ayudará al reestablecimiento de los Sistemas Inmunológico y Endocrino y por ende a una recuperación más rápida y efectiva de la salud.

DEL MIEDO A LA ENFERMEDAD
Dado esta interrelación entre los Sistemas, es fácil deducir que el diagnóstico por sí mismo de la enfermedad puede resultar en un impacto emocional muy fuerte, que lejos de ayudar puede ser uno de los principales enemigos del proceso de curación. Y no se trata de que nos oculten un diagnóstico, sino de entender que la enfermedad en sí lo que quiere decir es que estamos ante un proceso de desequilibrio de la salud y que la manera como encaremos dicho proceso, será decisivo en nuestra recuperación de la salud y por ende del equilibrio.
Las experiencias nos revelan que toda enfermedad, incluyendo el cáncer, puede curarse, el aspecto está en asumir con responsabilidad y optimismo que el proceso de la enfermedad y sus síntomas son un aviso de algo que intenta decirnos nuestro cuerpo y al que tenemos que prestar atención y actuar.
La enfermedad no es fortuita, es más bien un proceso que tiene pleno sentido dentro de la vida de un individuo. Ante ella vale la reflexión de porqué ha aparecido en un momento determinado de nuestra vida. Si logramos comprender su mensaje, estaremos en una mejor condición y disposición para trabajar en la recuperación de la salud. La ciencia médica hará su mejor esfuerzo, pero el médico no puede ser lo suficientemente efectivo sino en la medida en que el enfermo asume su cuota de responsabilidad de su enfermedad y se avoca a la resolución de sus conflictos.

Si mente y cuerpo se influyen constantemente entre sí hacia la salud y hacia la enfermedad, usted puede en consecuencia influir en su salud física, ya que tiene la capacidad para evitar pensamientos que perjudican su salud y cultivar los que la potencian.

Gerardo Velasquez