LAS SECUELAS DE LOS EVENTOS TRAUMATICOS

Por distintas razones, de orden natural, social, político, etc. siempre existe la posibilidad que una persona, cuando menos se lo espera, pase por un momento de angustia intensa, desesperación o de un impacto emocional severo, comúnmente conocido como momento o evento traumático, donde por lo general puede estar en peligro su vida, su integridad física o emocional o de alguien cercano, o sencillamente le toca presenciar ese peligro, esa muerte o daño en otras personas.
Cuando lamentablemente una persona pasa por una experiencia donde ha vivido algún peligro o se ha sentido imposibilitada ante una situación muy estresante e inesperada, como un accidente severo, una catástrofe natural, un atraco o secuestro, u otro evento altamente traumático, generalmente, en los días siguientes suele haber momentos en que esta persona experimenta crisis ansiosas con miedos intensos a través de recuerdos, sueños o pesadillas, en oportunidades sin motivo aparente o en ocasiones en que es expuesta a situaciones o estímulos similares o asociados.
Se puede afirmar que estas reacciones están dentro de lo esperado como normal en la mayoría de las personas, que a medida que van pasando los días van modificando la emoción asociada al recuerdo para crear y recuperar la tolerancia al contenido de dichos recuerdos.
Sin embargo, hay personas que presentan una sintomatología más severa y con mayor frecuencia, muy comúnmente en las primeras semanas siguientes al evento traumático. En estas personas es frecuente observar:
- aparición de crisis de desesperación
- permanentes sueños y pesadillas donde reviven lo sucedido
- sentimientos de culpabilidad por seguir vivo o no haber podido evitar lo ocurrido
- bloqueos psicológicos con reducción de la expresión de los sentimientos llegando incluso a presentar crisis de amnesia que le impiden recordar el evento traumático
- reducción o pérdida de interés en actividades antes placenteras
- sensación de un futuro de desolación y restricción de la vida afectiva

El Stress Postraumático
Cuando la frecuencia e intensidad de estos síntomas no va desapareciendo en los treinta días siguientes al evento traumático e incluso siguen presentándose mucho tiempo después de lo sucedido, se considera que la persona ha desarrollado un cuadro de Stress Postraumático, con consecuencias muy limitadoras que afectan el normal desenvolvimiento de la persona en su entorno familiar, social y laboral, que la puede llevar a traumas mayores que imposibiliten su reinserción a la cotidianidad.
La persona que ha desarrollado un stress postraumático comúnmente tiende a organizar su vida alrededor del trauma, lo cual imposibilita la integración de esa experiencia traumática a los otros eventos de su vida. Aún años después de ocurrido el acontecimiento la persona refiere que las experiencias revividas son tan vivas como cuando ocurrieron.
Por supuesto que la vulnerabilidad emocional de la persona, así como la magnitud del evento van a ser relevantes para el desarrollo y la severidad del trastorno. Por ende el significado y valoración que cada uno de a lo sucedido será factor determinante para el desarrollo y posterior recuperación.

El tratamiento vs. La evitación
Cuando un familiar o amigo, está pasando o ha desarrollado la sintomatología propia del Stress Postraumático, lejos de actuar con evitación, como por ejemplo no hablar del problema o evitar todo estímulo que pueda asociarse al evento, lo ideal es orientarlo hacia la posibilidad de ser tratado terapéuticamente. Para ello existen modalidades como la farmacoterapia, la psicoterapia, la terapia familiar y de grupo y otras técnicas terapéuticas que suelen incluso combinarse para obtener los mejores resultados para que la persona logre integrar la experiencia traumática con otros eventos de su vida.
Abrir un espacio para experiencias nuevas y gratificantes es altamente recomendable, como nuevas experiencias asociadas al placer, actividades físicas o al aire libre, actividades artísticas, ejercicios de relajación, etc.
En todo caso, es importante tener en cuenta que no se trata de “borrar” o pensar que la experiencia vivida va a desaparecer del repertorio de vida de la persona, de lo que se trata es que pueda ser asimilada como tal, que pase a ser parte de su vida y la persona recupere su normal interacción psicosocial.

Gerardo J. Velásquez D.

LAS FALSAS PROMESAS PARA EL AÑO NUEVO


LAS FALSAS PROMESAS PARA EL AÑO NUEVO
Una vez más nos preparamos para iniciar un nuevo año llenos de esperanzas y con el compromiso de llevar adelante unas cuantas promesas. ¿Pero realmente son compromisos esas promesas o sencillamente son palabras que se llevará el viento? ¿Volverán a ser solo palabras pronunciadas como una costumbre más de las actividades que culturalmente se incluyen en la celebración de la llegada de un nuevo año?
Es interesante hacer un alto para recapacitar sobre esas promesas que, en la mayoría de los casos solo en unos pocos días ya ni siquiera se recordarán, o peor aún en otros se convertirá en una nueva sensación de frustración de no lograr los objetivos o cambios propuestos.

Muchas veces se inician las acciones con mucha euforia, pero al pasar los días esa euforia empieza a ceder terreno para continuar en la misma “zona de costumbre”, con las mismas rutinas, los mismos proyectos congelados, la misma actitud y comportamiento ante familiares y amigos, etc.

Yo me atrevo a asegurar que por ser tales promesas parte de un ritual que acompaña la celebración, como el abrazo, el brindis, la ingesta de las uvas y otras costumbres de acuerdo a la tradición, no están acompañadas de la verdadera intención que requiere una decisión de cambio y por supuesto, no representan un compromiso real sino una parte más de la fiesta.

¿Porqué esperar para el año nuevo?
El solo hecho que tengamos que esperar un nuevo año para hacer cosas que bien pudiéramos iniciar en cualquier momento ya le resta seriedad y por ende da poca probabilidad a que se lleven a cabo tales promesas.
Prometemos buscar un nuevo empleo, cambiar el régimen alimenticio, comprar un carro nuevo, ir al gimnasio y hasta cambios de comportamiento con nuestros seres queridos como ser más tolerantes, ser mejores padres o hijos. Podemos imaginarnos qué tan seria puede ser una promesa por ejemplo de hacer una dieta, supuestamente pensando en un beneficio para mi salud, pero a la vez diciendo como es bastante común escuchar “déjame comer de todo porque el lunes empiezo una dieta”, esta promesa será tan seria como afirmar “ya que a partir del mes que viene empezaré a abrazar a mis hijos, por ahora puedo seguir ignorándolos o golpeándolos”. Aunque parezca absurdo, el mensaje que damos a nuestro inconsciente cuando postergamos cambios u objetivos es que tales cambios u objetivos no son verdaderamente importantes y por ende innecesarios.

Querer versus Tener o Necesitar
Nunca será igual llevar a cabo acciones pensando que tengo la obligación de hacerlo a cuando existe el interés y el deseo genuino de llevar a cabo tales acciones. En eso está en juego gran parte de los bloqueos que impiden que se hagan algunos cambios que conscientemente nos decimos que vamos a hacer. Como he mencionado en otras oportunidades, cuando acepto que siempre es mi elección hacer o no hacer, entonces será más congruente y por ende más factible que se puedan generar los cambios.
No es lo mismo decir “quiero mantener una buena figura y mejorar mi salud”, que “estoy muy gordo y tengo que rebajar”. No es lo mismo decir “me gusta vestir y comer bien y esto lo obtengo si mantengo un trabajo estable”, a decir que tengo que trabajar por el “bozal de arepa” que representa mi trabajo. Evidentemente la motivación será diferente y el resultado igualmente diferente.

Si revisamos la manera en que nos motivamos a hacer las cosas, vale la pena revisar el lenguaje que usamos. En la Programación Neurolingüística (PNL) estas formas se denominan Operadores Modales, asociados al “tengo”, “quiero”, “voy a” o “necesito” en los cuales se pueden observar importantes diferencias: “Tengo Que” está vinculado con el dolor, el esfuerzo, lo pesado, la obligación y la clásica tarea, resultando ser una forma muy pesada para motivarnos; “Voy A Hacerlo” es directo y te lleva a la acción sin muchos cuestionamientos. El inconsciente recibe una orden precisa sobre la acción o tarea a realizar; “Quiero Hacerlo” es mucho más efectivo ya que une la acción con el compromiso personal de tener la voluntad de hacer las cosas como una opción voluntaria y no obligada. Por último, “Necesito Hacerlo” es muy parecido al "Tengo Que" con una connotación de obligación a la tarea, aunque justificada y razonada en términos de nuestras necesidades conscientes.

Las interferencias y la formulación de los objetivos
Normalmente no realizamos o postergamos los cambios por diversos factores. Como cita Robert Diltz, la fórmula del cambio es muy sencilla, simplemente se trata de saber el estado donde estamos e identificar el estado ideal donde queremos estar. Sin embargo, aun con los recursos y la disponibilidad para llevar adelante el cambio, activamos interferencias o bloqueos que entorpecen el logro de los objetivos de cambio. Entre otras interferencias están las creencias, la flojera, el miedo al cambio, la inseguridad, falta de convencimiento, falta de compromiso o simplemente porque en el fondo es algo que no deseamos hacer pero no reconocemos.
Conociendo que existen tales interferencias y peor aún, que en gran medida son bloqueos inconscientes, podemos apoyarnos en la propuesta de la PNL para la formulación de objetivos, con una técnica sencilla guiada por simples preguntas que me permito extraer del “Cuestionario de la Buena Forma” presentado por Judith de Lozier y expuesto por Alexa Mohl en su libro “El Aprendiz de Brujo”:
Expresarlo en forma positiva: Implica lo que uno quiere hacer, no lo que no quiere hacer. ¿Qué es lo que específicamente quieres o deseas?. El cerebro no distingue de afirmaciones positivas o negativas. Decir "No quiero tener sobrepeso" es codificado solo con el término sobrepeso. En su lugar es ideal decir por ejemplo "Quiero estar delgada".
Demostrable en forma sensorial: Ver, escuchar y sentir como sería una vez alcanzado el objetivo. ¿Cómo te darías cuenta que lograste el objetivo? ¿Que verás, oirás, sentirás?. Muchas veces ni siquiera podemos darnos cuenta que estamos alcanzando el objetivo.
Especificado y contextualizado: Definir los contextos en los que se desea y en lo que no se desea. ¿Cuándo, dónde, con quién lo deseas? ¿Cuándo, dónde y con quién no?. Decir por ejemplo en cualquier momento o más adelante lo hago, es casi siempre seguro que ese momento no llegará.
Iniciado y mantenido por el propio sujeto: El logro del objetivo debe basarse en los propios recursos y no en los de otras personas. ¿Qué necesitas para lograrlo? ¿Qué te impediría lograrlo? ¿Depende de ti lograrlo?. Muchas de las promesas u objetivos están basadas más en deseos de que ocurran cosas que escapan a nuestra responsabilidad y posibilidad. No depende de mi que mi hijo sea médico, o que me den el ascenso al que estoy aspirando.
Chequeo ecológico: El objetivo debe ser coherente tanto con las creencias y otros objetivos de la persona, como con el medio inter-personal en que se desenvuelve. ¿En qué te beneficia si lo logras? ¿Qué podrías perder si lo logras? ¿Cómo afectará a tu entorno si lo logras? ¿Cómo afectará tu vida futura?. Muchas veces el logro de un objetivo puede convertirse en un problema mayor e inconscientemente desarrollaremos la interferencia para evitar ese problema. Por ejemplo, el temor a la reacción de un marido celoso al verse más delgada y atractiva. O tengo la creencia que cambiar de residencia o empleo me alejará de personas queridas.
Que valga el esfuerzo: Evaluar que la inversión afectiva y material justifique lo que se desea alcanzar. ¿Vale el esfuerzo que he de realizar? ¿Lo cambiaría por otro objetivo?. Muchas veces los objetivos o cambios planteados se hacen por la moda, la voluntad o deseos de otras personas, resultando por ende una gran carga emocional el camino hacia su logro.

LA CONGRUENCIA Y LA CONSTANCIA
En todo caso, se trate o no de un nuevo año, el secreto siempre estará en la congruencia total de lo que queremos ser y hacer en todos sus sentidos. Es estar convencidos que la vía más expedita de configurar nuestras vidas consiste en emprender la acción, para, como suelo repetir frecuentemente, HACER QUE LAS COSAS SUCEDAN. Siempre existirán los temores al fracaso y el miedo al cambio. Sin embargo algunos pueden quedarse a esperar que los deseos se hagan realidad, mientras otros llevarán adelante las acciones necesarias para alcanzarlos. De cada uno dependerá el grupo al que queremos y elegimos pertenecer.

Gerardo J. Velásquez D.

LAS DROGAS, DESTRUCCIÓN Y PERDICIÓN DE LA ADOLESCENCIA


Volviendo al tema de la adolescencia, en esta oportunidad quiero avocarme a un aspecto bien delicado que afecta a un gran número de familias, como es la adicción a las drogas y su impacto en la adolescencia, ya que es precisamente en esta etapa donde suele iniciarse el problema. El ser joven va generalmente acompañado de la búsqueda de aventura, curiosidad y placer desmedido. Por otra parte, está también la común rebeldía, la impulsividad y la inexperiencia, que inciden en generar comportamientos sin la medida de las futuras consecuencias. En estos comportamientos siempre está presente la posibilidad que el adolescente se inicie en el consumo de drogas.

LOS FACTORES DE RIESGO
No se puede decir que existan razones específicas que determinarán que un joven se encaminará hacia el consumo y posterior adicción a las drogas, de hecho, se suele afirmar que la droga no respeta sexo, apellido, estatus social, lugar de residencia, etc. Sin embargo la experiencia determina que sí existen factores de riesgo que lo hacen más probable. Por supuesto el seno familiar, la manera de criar y educar a los hijos y el afecto que se les da van a jugar un papel fundamental.
Podemos mencionar que más riesgo presentará el joven que muestra problemas con la figura de autoridad, que presenta síntomas depresivos o de ansiedad, que suele manifestar quejas por aburrimiento y que tiene problemas para demostrar sus sentimientos.
Por otra parte estará también en mayor riesgo el adolescente cuya familia presenta antecedentes de drogodependencia, él que pertenece a familias donde las relaciones interpersonales son problemáticas, y sumado a eso, que en el medio donde se desenvuelve tenga mayor posibilidad de hacer amigos consumidores.

EL CAMINO A LA ADICCIÓN
Para nadie es un secreto las terribles consecuencias a la que se puede enfrentar una persona y sus seres queridos una vez que se llega a la adicción. Sin embargo, a tal adicción no se llega de la noche a la mañana. Esto puede ser rápido, pero por lo general es un proceso que, al igual que una enfermedad se puede evitar o parar si se detecta y se actúa a tiempo.
En la mayoría de los casos el inicio en el consumo de drogas viene posterior al consumo de las drogas socialmente aceptadas como son el alcohol y el cigarrillo, para luego, por razones de curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés o por simple presión social de los amigos, comienzan a probar otras sustancias como la marihuana, con la falsa creencia de que ésta es una droga "suave" y no adictiva, el extasis, la cocaína u otras drogas similares. Esto puede quedar en una simple curiosidad satisfecha sin mayores consecuencias, o el consumo puede continuar hasta la terrible llegada a la adicción.
Apoyándome en el volumen escrito por Luis Salazar Lozano ¿Cómo saber si mi hijo consume drogas? para el Centro Victoria del Perú, voy a identificar tres niveles de consumo, que van a determinar una patología que crece de un nivel a otro, con el agravante que no se tiene conciencia que se va en ese camino. De allí el papel importante que debe jugar la familia, para identificar las características de comportamientos que pueden ser motivo de alarma para detectar la posibilidad que se esté ante un caso de consumo de drogas y en consecuencia actuar:

El Consumidor Ocasional: Hablamos de consumidor puesto que ya no se trata de experimentar, ya que de hecho se conoce bien el efecto que la sustancia hace a la persona. Entre los comportamientos que se suelen presentar en este nivel de consumo están:
- Tiene la mentalidad de que el fin de semana es sagrado para él
- Sus salidas a la calle, fiestas y reuniones se hacen más frecuentes
- Pide permiso para dormir en casa de amigos o para ir a campamentos o viajes, más veces de lo acostumbrado
- Se queda más tiempo afuera y, al regresar, evita el contacto con los miembros de la familia
- Trata de no explicar sus actividades fuera de casa y, si lo hace, suele caer en contradicciones
- Tiene amigos nuevos y desconocidos para la familia
- Se despreocupa de su forma de vestir
- Baja su rendimiento e interés en los estudios
- Tiene un apetito exagerado o deja de comer
- Se vuelve distante a la familia
- Trata de disminuir su aliento con caramelos de menta y usa gotas para los ojos
Estos comportamientos de manera aislada no son indicativos de consumo ocasional, pero si existen cuatro o más de estos signos, es una señal de alerta que no se debe descuidar. En este nivel no se puede hablar de la existencia de una patología, pero es importante insistir que el camino se ha iniciado y no se tiene conciencia del riesgo que existe de continuar hacia la adicción.

El consumidor frecuente: En este nivel ya estamos en frente de una patología. El peligro es mayor porque el joven cree que tiene control sobre la droga y hace afirmaciones como “yo domino la droga y cuando quiera la puedo dejar”, “sólo consumo porque estoy en una mala racha sentimental, cuando se me pase, consiga otra novia, trabajo, etc. la dejaré” y otras afirmaciones similares que van tapando una realidad que día a día se va agravando. Aquí podemos encontrar comportamientos como:
- Prácticamente no pasa tiempo en casa. Evita contacto con la familia. Siempre tiene citas reuniones, etc.
- Es frecuente que llegue a casa al día siguiente, especialmente los fines de semana
- Recibe llamadas telefónicas de desconocidos y sale de casa de improviso con cualquier excusa
- Pasa largos períodos de encierro y soledad dentro de su habitación
- Muestra estados emocionales variables entre alegría y depresión
- Se muestra agresivo cuando se invade su privacidad
- Descuida su aspecto personal y su condición física decae
- Su ropa queda impregnada de olor semejante a hierba quemada si consume marihuana, o tiene un olor más penetrante, similar al kerosene, si consume sustancias más fuertes
- En sus bolsillos se puede encontrar palitos de fósforo partidos, papel de armar cigarrillos u otros residuos
- Llega a extremos de conducta: Come, duerme o se ríe exageradamente, o pierde totalmente el apetito, padece de insomnio y habla más de la cuenta
- Nunca tiene y siempre necesita más dinero
- Es mucho más frecuente el uso de caramelos y chicles o pastillas para el aliento y de gotas para los ojos

El adicto: Este es el resultado y triste final del proceso, donde la enfermedad alcanzó su máximo nivel. El adicto tiene conciencia de su adicción y a pesar de negar su condición sufre por ello. Se siente preso de su adicción, ya que aunque lo intente suele fracasar en el control o interrupción del consumo. En este nivel la familia vive en constante zozobra, porque nunca sabe que va a pasar con él y entra en la desesperación e impotencia de querer ayudarlo y ver que sus intentos se desvanecen. Entre los comportamientos más resaltantes encontramos:
- Ha creado caos y desconfianza total en la relación familiar
- Es un depredador de su casa. Se lleva cuanta cosa esté a su paso que pueda vender
- Reacciona con violencia cuando entran a su habitación o revisan sus cosas
- Introduce adictos en el hogar, los presenta como amigos y normalmente recibe visitas de personas de dudosa reputación
- Ante la necesidad de consumir alcanza tal insensibilidad que ni el llanto de su madre lo detiene
- Muestra profundas ojeras y su rostro prácticamente ha perdido la sonrisa
- Es muy creativo para mentir, inventa toda clase de historias para logar dinero para su vicio.
- Tima a todo el que pueda
- Puede llegar a cometer cualquier delito para conseguir la droga
De allí el resto del camino va desde la cárcel, el hospital y hasta la muerte.

LA RESPONSABILIDAD DE LA FAMILIA
Sabemos que la mejor prevención viene dada de la misma familia, donde:
Las relaciones familiares se promueven con un balance entre la calidez emocional sin descuidar la disciplina.
Se actúa modelando conductas adecuadas, así como normas, principios y valores
Se enfrentan y se resuelven los problemas
Se establecen bases de confianza entre padres e hijos
Se manifiesta permanentemente el afecto y el amor

Es difícil el poder determinar cuáles de los adolescentes van a experimentar y parar ahí, y cuáles van a desarrollar problemas serios. De allí la importancia y el papel fundamental que juega la familia. No se trata de volverse perseguidores u obsesivos, lo importante es estar alerta y sobre todo entender, en lugar de negar, que el problema puede ocurrir.
Lo primero es asegurarse que se está ante un adolescente que se inició en el consumo y confrontarlo con la verdad, en cuyo caso es importante que no se reaccione con violencia, sino de una forma amigable, abordando el problema de una manera directa y honesta, manteniendo siempre una actitud de ayuda firme, pero afectiva.
Siempre hay que tener presente que el consumidor y más si es adicto se convierte en un mentiroso y manipulador por excelencia, de manera que se tiene que evaluar muy bien la información que se reciba de él.
Si se trata de un consumidor ocasional, las probabilidades de solucionar el problema en casa son altas, estableciendo un mejor diálogo, dando mucho afecto, amor y apoyo emocional. En caso de ser frecuente o adicto, es importante la ayuda especializada.
En todo caso siempre será clave que la persona acepte que está ante un serio problema y asuma la responsabilidad de su recuperación.

Gerardo J. Velásquez D.

LA HIPNOSIS COMO HERRAMIENTA TERAPÉUTICA

Generalmente hablar de Hipnosis se asocia a situaciones donde se lleva a un sujeto a un estado donde “hará” todo lo que el hipnotizador le diga que haga, en otras palabras, el sujeto pierde el control de lo que hace o hará. Nada mas lejos de la realidad es esta asociación que comúnmente se hace de la Hipnosis. Sin embargo, esa creencia, esa ignorancia de lo que es y significa la Hipnosis es uno de los principales motivos que impiden a muchas personas probar esa herramienta terapéutica, que les podría ser de mucha utilidad en el tratamiento de algunos trastornos psicofisiológicos que puedan estar padeciendo. Por eso es oportuno hacer algunas aclaratorias acerca de lo es y lo que no es Hipnosis. En otras palabras hablaremos de la Hipnosis Terapéutica, también conocida como Hipnoterapia. Cuando citamos la Hipnoterapia nos estamos refiriendo a un proceso mediante el cual se lleva a la persona a un estado de “trance”, en el que alcanza una relajación muy placentera, caracterizada por una sensación muy agradable de pesadez y una relajación muscular, donde el Sistema Nervioso Autónomo se hace más receptivo, y dado que el inconsciente es parte fundamental de dicho sistema, puede ser fácilmente alcanzado por las palabras o sugerencias del hipnoterapeuta sin la interferencia de la mente consciente de la persona. Esto permite llegar a raíces de problemas emocionales más profundos, que debidamente canalizados por el terapeuta puede proporcionar a la persona herramientas efectivas que lo ayuden a superar tales problemas. Cuando hablamos de trance, independientemente de la profundidad que alcance ese estado, es importante aclarar que no supone que la persona quede a voluntad del hipnoterapeuta, perdiendo el control y la autoridad sobre sus acciones y pensamientos. Por el contrario, siempre estará en contacto con la realidad, escuchando al hipnoterapeuta, y cualquier evento que choque con sus principios y valores será inmediatamente rechazado por éste. De manera que NUNCA hará algo que no quiera consciente o inconscientemente hacer. Por eso lo principal para aprovechar los beneficios de una sesión, es confiar plenamente en el hipnoterapeuta y colaborar en el proceso. De lo contrario, si la desconfianza o la falta de colaboración no están presentes será imposible lograr un adecuado estado de trance y en consecuencia no se alcanzarían los objetivos previstos. Por eso es necesario aclarar estos puntos a toda persona que quiera ser tratada con hipnoterapia. De allí que los mejores resultados se obtienen con una persona que: quiere ser hipnotizada, que tiene la voluntad y el deseo de cooperar con el terapeuta, que posee una buena capacidad de imaginación y lo más importante, que es lo suficientemente inteligente para comprender las explicaciones que se le dan y tomar parte activa en el proceso. Diferencia entre Relajación e Hipnosis Aunque una relajación bien guiada y bien acogida por la persona resulta en un trance, y de hecho es fundamental para la hipnosis de la persona, cuando se desarrolla una sesión de hipnoterapia, la diferencia fundamental es que el hipnoterapeuta intentará siempre dejar en la mente inconsciente sugestiones positivas, previamente elaboradas para cada caso, que han de ayudar al sujeto a superar el problema que lo motivó a acudir a la terapia. La Hipnosis Ericksoniana Cuando hablamos de hipnosis terapéutica, vale destacar al Dr. Milton Erickson, Médico Psiquiatra (1902 – 1980) uno de los profesionales que más aporte dejó en esta materia, quien sirvió de guía para que pudiéramos entender y en consecuencia seguir desarrollando la hipnosis como excelente herramienta en psicoterapia. Y aunque no es la intención extendernos en la vida del Dr. Erickson, si vale la pena al menos resaltar los supuestos que él destacó y que dieron paso a una mejor comprensión y en consecuencia una mayor utilización de la hipnosis en el campo psicoterapéutico. Esa suposiciones básicas son: - Cada persona es única - Toda experiencia es un recurso - Todo el mundo tiene los recursos necesarios para enfrentar los retos de la vida - La mente inconsciente es un almacén de recursos - La hipnosis accede a la mente inconsciente - El trance es una experiencia natural Si se entienden y se está de acuerdo con cada uno de estos supuestos, Paciente e hipnoterapeuta podrán hacer la alianza perfecta para que el proceso sea lo más productivo posible. ¿Qué peligros o efectos secundarios puede generar la hipnosis? Esta pregunta es otra de las razones que llevan a las personas a ver con temor a la hipnosis. Sin embargo, no existe peligro alguno cuando la práctica hipnoterapeuta es llevada a cabo por una persona que conoce y tiene la experiencia en el trabajo con hipnoterapia. Por una parte, el temor mayor que se expresa es el creer que no se regresará del estado de trance. Como se indicó anteriormente, las características elementales del trance coinciden con un profundo estado de relajación, que pudiera llevar a la persona a dormirse, de manera que sencillamente “regresaría” luego de un rato de sueño, que no es lo que se busca en la sesión y por lo tanto se perdería la intención. Por otro lado, no es prudente trabajar hipnosis con pacientes que sufren de epilepsia porque puede presentarse una convulsión durante el proceso e igualmente, además del momento desagradable, no tendría el resultado buscado. En relación a los efectos secundarios, estos suelen ser positivos, pues lo que realmente se desarrolla es una habilidad para alcanzar estados de relajación por cuenta propia, que son de gran utilidad para controlar situaciones estresantes en el futuro. Así mismo, luego de las sesiones de hipnosis el sueño suele ser más profundo y reparador, generando un mejor descanso tanto físico como mental. La utilidad de la hipnosis en la psicoterapia La hipnosis ha sido más utilizada en el campo médico como anestesia y como técnica de ayuda a la psicoterapia. En esta última ha sido de gran ayuda en el tratamiento de diversos trastornos emocionales como las fobias, el miedo escénico, el corte de dependencia física o emocional, el control de la obesidad, problemas con los estudios, el insomnio, vicios como el cigarrillo y el alcohol. En otras palabras, cualquier alteración producida por la mente es susceptible de ser tratada y eliminada con la hipnosis. No se trata de presentar la hipnoterapia como la única o mejor salida para el tratamiento de trastornos emocionales, de lo que se trata es de desmitificarla y reconocer que por años ha resultado ser una excelente ayuda en el tratamiento terapéutico, que vale la pena considerar al menos cuando otras técnicas no han sido satisfactorias en la solución de problemas emocionales que nos estén afectando. 

Gerardo J. Velásquez D. 

EL ZURDO EN UN MUNDO PENSADO PARA DERECHOS

A través de la historia, la definición de “normalidad” siempre ha dado el mayor peso a las mediciones estadísticas. Por supuesto que cuando se trata de los seres humanos, esta regla no es distinta, de manera que existen y siempre han existido ciertos comportamientos de cómo la mayoría de las personas han de manifestar su forma de pensar y actuar, y alteraciones a esas expectativas de pensamiento y acción con mucha facilidad se han determinado y tratado como desviaciones delicadas que han llevado a la humanidad a calificar como enfermos, dementes y hasta brujos a personas que simplemente han sido distintos a la norma estadística. Ser zurdo o zurda no ha escapado de esta situación, dado que estadísticamente las personas siniestras siempre han sido una gran minoría y por ende una violación a la “normalidad”, al extremo que en épocas de la edad media fueron perseguidas, castigadas y hasta quemadas en la época de la “Santa” Inquisición por ser considerados diabólicos o hijos del demonio, y hasta épocas mucho más recientes se les consideraba personas con cierta discapacidad o problemas que podían corregirse forzándolos desde niños a convertirse en diestros, utilizando cualquier tipo de estrategia desde amarrarles la mano zurda hasta castigarlos por utilizar dicha mano. Si bien es cierto que, al igual que muchos otros paradigmas, con la experiencia y el aporte científico hoy en día se considera el ser zurdo como una característica de la persona y no un defecto a corregir, no es menos cierto y es muy fácil darse cuenta que el mundo en que vivimos está diseñado y hecho, por supuesto dado a que esa es la mayoría, para personas diestras. En consecuencia la minoría, en este caso los zurdos o siniestros, deben adaptarse a este diseño del mundo. De manera que aceptado o no, a diario el zurdo va desde pequeño enfrentando obstáculos que no se encuentran las personas diestras. Es por ello que el niño zurdo puede ser catalogado como torpe, dado que por supuesto le resulta más difícil utilizar los instrumentos que han sido elaborados para los derechos, desde pasar por la incomodidad de adaptarse a un pupitre que para ellos está “al revés”, las tijeras, los instrumentos musicales y deportivos, hasta el pasamanos de una escalera. Al final, lógicamente se da la adaptación y sencillamente dejan de percibir tales experiencias como obstáculos. El origen: La lateralidad del cerebro: De acuerdo a los estudios científicos se ha determinado que el cerebro, que físicamente se encuentra dividido en dos hemisferios, distribuye lateralmente cruzado la cadena de redes neuronales que rigen todo el sistema nervioso periférico, que está distribuido a lo largo de todo el cuerpo. Es decir, las conexiones que se inician en un lado del cerebro se van a cruzar y distribuir en el otro lado del cuerpo humano. De manera que la utilización del lado derecho del cuerpo está regida por el hemisferio izquierdo del cerebro y la utilización del lado izquierdo del cuerpo está dirigido por el hemisferio derecho. Por otro lado, a los hemisferios cerebrales se les atribuyen funciones específicas que determinan que el hemisferio izquierdo es el lógico, el que se encarga de la parte racional y normativa, el lenguaje, la escritura y el pensamiento analítico. Por su parte al hemisferio derecho se le atribuyen las funciones analógicas, donde se desarrolla la creatividad, las habilidades espaciales, la capacidad de síntesis y el talento artístico. También las estadísticas demuestran que, probablemente la misma necesidad histórica y científica de buscar la racionalidad y lógica a todo cuanto enfrentamos en la vida, ha forzado a un mayor desarrollo y utilización del hemisferio izquierdo, y en consecuencia al ser éste el lado dominante la mayoría de órdenes están destinadas a la parte derecha del cuerpo. Ante este paradigma los zurdos vienen a ser una excepción, ya que en ellos es el hemisferio derecho el dominante, y por ende es su lado izquierdo el más desarrollado. Pero igualmente se entiende y las estadísticas de nuevo así lo determinan que entonces los zurdos tienen con mayor probabilidad muy buenas habilidades artísticas y creativas, y eso no significa que no posean las habilidades dirigidas por el hemisferio izquierdo sino que las anteriores les resultan más fáciles que a la mayoría de los diestros. Lo cierto es que ser zurdo o derecho no es una elección, es una característica de la persona que viene definida genéticamente a nivel cerebral. Si esta explicación apoyada en la ciencia es válida, también es importante reconocer que los seres humanos somos seres que nos adaptamos con facilidad, y que gran parte del comportamiento lo desarrollamos por imitación y necesidad, de manera que el modelaje que recibe el niño ya va llevándolo a que desarrolle más las habilidades diestras que las siniestras, así como también algunos deciden por sí mismos, ante inconvenientes en la escuela o en el hogar, o por querer parecerse a la mayoría de sus condiscípulos reorganizar su actividad motora manual en el sentido inverso al suyo por naturaleza. Ventaja o Desventaja: Desde mi juicio, el proceso de adaptación conlleva a una necesidad de desarrollar habilidades adicionales a las que puede tener una persona diestra. Es difícil que un diestro utilice la mano zurda con la misma habilidad que el siniestro usa la mano derecha, ya que desde pequeños prácticamente se ven obligados a aprender a emplear la mano derecha casi tanto como su mano izquierda, por lo tanto se suele hacer natural trabajar con ambas manos. Esto puede resultar ser una ventaja en las actividades que requieren el uso del lado izquierdo, porque la mayoría de las personas derechas desarrollan menos las extremidades de esta parte de su cuerpo, por no sentir la necesidad de hacerlo. Por otra parte, es también considerado y actualmente muy promovido que la estimulación de la utilización del hemisferio No Dominante, resulta ser un ejercicio que activa una mayor cantidad de redes neuronales que resulta altamente beneficioso para el funcionamiento del cerebro en todas sus dimensiones. De manera que, forzados o no y siguiendo con esta premisa, los zurdos deberían entonces estar aprovechando la utilización de las funciones cerebrales en mayor proporción que la mayoría de las personas diestras. Sin embargo y a pesar de estas observaciones, es muy relativo determinar lo ventajoso o desventajoso de tal característica. Habrá los que se inclinen por destacar las ventajas y los que se inclinen por hacer énfasis en las desventajas. En todo caso ya es bastante con que hoy en día se haya venido cambiando el paradigma y la consecuencia del mismo de tratar de forzar a un niño a ir contra la naturalidad de su tendencia de lateralidad. El respeto a la condición de zurdo: A pesar que los estudios demuestran que cada vez es más aceptado como natural que un niño traiga su tendencia a la utilización predominante de su mano izquierda, el diseño de los objetos y el sistema educativo muchas veces parecen decir lo contrario, y por las distintas razones expuestas aún siguen existiendo personas, que desde luego con la mejor intención, tratan de dirigir en el pequeño la orientación muchas veces forzada a que dejen de usar predominantemente la mano zurda para que se metan en los parámetros “normales” de comportamiento con el respectivo predomino del uso de su mano derecha, lo que lejos de ser beneficioso puede ser totalmente contraproducente en el sano desarrollo emocional del niño, dejando secuelas que en ocasiones pasa hasta a la generación de traumas emocionales que incluso los pueden seguir afectando en su vida adulta. Aunque desde los primeros meses se puede intuir la tendencia de lateralidad predominante, es entre los 5 y 7 años cuando se puede precisar que el niño en definitiva será zurdo o derecho. En todo caso, lo recomendable es dejarlo ser, darle la ayuda que necesite en el desarrollo de sus habilidades naturales independientemente de la mano que esté utilizando para aprender tales habilidades, bien sea la utilización de instrumentos de comida, el amarrarse los cordones de los zapatos, etc. Siempre buscando que desarrolle la destreza necesaria en consonancia con un adecuado desarrollo de su aprendizaje sin tratar de imponer el uso obligado de la otra mano. Lo ideal sería, aunque esto no siempre va a depender de los padres o docentes, que una vez determinado el predominio del uso de la mano zurda, se considere y actúe asumiendo tal característica como algo normal en el niño y actuar con él siempre considerando su mano izquierda como su mano hábil, como por ejemplo entregando los objetos en esa mano o ayudándolo a escribir con esa mano. Siempre con el objetivo de no desarrollar diestros obligados con riesgos de convertirlos en sujetos fracasados o emocionalmente limitados. Algunos mitos: El ser diestro o siniestro incide en que unos sean más inteligentes que los otros: Definitivamente, aunque los zurdos puedan tender a ser más creativos y tener más imaginación y capacidad de relación, no significa que sean menos hábiles para las actividades lógico intelectuales. Hay que educar a los zurdos para que aprendan a usar la mano derecha: Como hemos visto, la capacidad para usar la mano izquierda proviene de una preponderancia del hemisferio derecho del cerebro y obligarles a usar la derecha es hacerles ir en contra de su naturaleza. En todo caso sería igual pensar que a los derechos hay que enseñarles a usar la mano zurda. El proceso de adaptación al mundo de los derechos es traumático para los zurdos: Como igualmente se ha expuesto, los seres humanos tenemos una habilidad innata de adaptación y aunque algunos pueden ser más sensibles, no representa ningún problema existencial tal adaptación, al contrario sí puede resultar traumático la obligatoriedad a cambiar su condición natural de ser zurdos. El uso de ambas manos es positivo para su integración en el entorno: La integración se dará en forma natural en los zurdos al igual que en los derechos. De hecho algunos especialistas concuerdan que aunque la estimulación de ambos hemisferios es importante, en el proceso de aprendizaje es más importante que el niño tenga un punto claro de referencia que distinga a la perfección la derecha de la izquierda. Lo más importante es que, a estas alturas del avance científico y tecnológico, de los constantes cambios de paradigma, de la construcción de nuevas creencias que han echado por tierra posiciones enmarcadas entre las grandes “verdades” de la vida, hay que no sólo reconocer que la lateralidad que determina la preponderancia del uso de una u otra mano no es un defecto de la minoría, sino sencillamente una característica y pasar de esa aceptación a la acción, desarrollando cada vez mas alternativas, sobre todo en los niveles primarios de la educación, para que se hagan más equitativos los procesos educativos en los niños siniestros. 

Gerardo J. Velásquez D.

EL MIEDO, UNA EMOCIÓN CONTROVERSIAL


Cuando se habla de emociones, se suelen dar calificativos de “emociones positivas” y “emociones negativas”, dando carácter positivo entre otras al amor, la alegría y negativas a la tristeza, la rabia, el miedo, etc. Sin embargo, vale la pena preguntarse hasta qué punto la emoción se merece el calificativo. ¿Será positivo el amor cuando se sufre por él?, ¿Será negativo el miedo cuando ayuda a evitar un problema?, ¿Es positivo o negativo sentir tristeza ante una pérdida importante?. Definitivamente, no es en la emoción propiamente dicha donde se encuentra lo positivo o negativo de experimentarla, sino en la forma en que ésta afecta a la persona.

En esta oportunidad quiero hacer referencia al miedo, una de las emociones que comúnmente está asociada a aspectos negativos y contraproducentes para las personas. Y antes de seguir, aquí es necesario hacer una distinción, no es lo mismo sentir miedo que vivir asustado. El miedo como tal es sencillamente una emoción que se produce ante la presencia de un estímulo, sea éste externo, por ejemplo ante la presencia de un perro rabioso, o interno, ante un pensamiento de preocupación por un evento específico. En otras palabras es una reacción normal cuando estamos ante una situación real o imaginaria que nos resulta amenazante (un accidente, un examen, una entrevista de selección, la espera de un diagnóstico médico, etc.). Se suele sentir una sensación de opresión en el pecho, mariposeos en el estómago, sudoración, aumento en las palpitaciones u otros síntomas físicos que desaparecen cuando desaparece también la causa que los ha provocado.
Por otra parte, vivir asustado o con temores, suele ser un estado emocional que acompaña a la persona sin que necesariamente exista una causa lógica que esté causando el mismo. Ejemplo, miedo a tener una pareja, a iniciar un proyecto, a cambiar de trabajo, a mudarse, al futuro, o los típicos miedos fóbicos a las alturas, los aviones, hablar en público, etc.

NO TENGA MIEDO DE TENER MIEDO
Tratándose de una emoción, es imposible siquiera pensar que podamos evitar tener miedo. Todos hemos sentido y seguiremos experimentando sentimientos de miedo a lo largo de nuestra vida, independientemente de los motivos que han originado dicho miedo. De manera que no se trata de evitar tener miedo, sino de, por una parte evaluar hasta donde hay razones reales para tenerlo, o si es más producto de nuestra creación, y por otra parte, el cómo estamos actuando ante los miedos que se nos presentan.

Cuando el miedo se presenta, nos avisa de un potencial peligro, e invita a la acción, a la preparación y uso de la energía para protegernos o proteger aquello que apreciamos. Siendo así un excelente impulsor de acciones positivas y por ende un buen motivador.

Viendo las cosas desde esta perspectiva, lo ideal no es tratar de evitar el miedo, sino saber canalizar la energía que éste proporciona y encausarla hacia la acción, en lugar de dispersarla o perderla. Perdemos esa energía cuando negamos el miedo o cuando tratamos de esconderlo o lo derivamos hacia respuestas no productivas. La idea es hacernos dueños de nuestros miedos, reconocerlos, sacarlos hacia afuera, mirarlos cara a cara, apreciar su fuerza, su utilidad, la energía potencial que acumulan y convertirlos en nuestros aliados.

ES QUE NO SE A QUÉ LE TENGO MIEDO, SÓLO SE QUE LO SIENTO…
Una situación que en ocasiones se presenta, es que muchas personas alegan sentir miedo, pero ni siquiera se detienen a evaluar a qué específicamente le tienen miedo, pueden identificar las situaciones que le disparan sus miedos, como salir sólo, usar el Metro, hablar en público, etc. Y se limitan sólo a evitarlas. El problema es que si no hay precisión de lo que se quiere evitar, será muy difícil encontrar alternativas de solución.
Una manera de precisar es preguntándonos, ¿qué pasaría si…? Tantas veces como sea necesario, y tantas respuestas como fueran necesarias, como una conversación consigo mismo, como esta por ejemplo, si la situación fuera miedo a salir solo:
.- ¿qué podría pasarme?
.- que me de un ataque de pánico
.- Y ¿qué puede pasar si me da un ataque de pánico?
.- que me desmaye
.- Y si me desmayo, ¿qué puede pasar?
.- que nadie me ayude o me roben
.- y ¿qué tan probable sería, que me de un ataque de pánico, que además me desmaye y en lugar que alguien me ayude me dejen tirado en la calle o me roben?
Al final, no solo se busca precisar el miedo, sino destacar, eso que tanto se teme luce bastante improbable de que pase.
DE LA EMOCIÓN A LA ENFERMEDAD
Como he expresado, entonces tener miedo puede resultar muy útil cuando nos ayuda a canalizar, actuar o evitar situaciones que pueden ser potencialmente peligrosas. Pero, ¿Qué sucede cuando los miedos son creencias o ilusiones que vivimos como si fueran ciertas? ¿Qué sucede cuando, aún existiendo motivos reales nos sentimos paralizados, incapaces de verificar los hechos y de actuar hacia nuestros propósitos?. Cuando los temores se escapan de nuestro control se pueden convertir en una auténtica enfermedad que acaba por restringir y coartar la vida del afectado.

Antes de caer en una patología negativa como consecuencia del miedo, es necesario empezar por aceptarlo y examinarlo para determinar su origen y si está o no infundado. Puede que se trate de miedos que se remontan a la niñez, tal vez como consecuencia de falsas creencias implantadas por nuestros padres en su afán protector, o a un aprendizaje que nos llevó a tener miedo de las cosas nuevas, de lo desconocido o de todo aquello para lo que no teníamos explicación. Aprendizajes que están muy bien almacenados en nuestro inconsciente y que aún siendo ahora adultos funcionan bajo el mismo esquema de cuando fuimos niños.
Cuando la persona no es capaz de discernir entre las situaciones que realmente son amenazantes y las que está creando ella misma, lo que sucede es que la realidad se convierte en un caos y así toda su vida se vuelve insegura.

A veces, sencillamente utilizamos nuestros miedos para justificar nuestra imposibilidad de llevar a cabo ciertas cosas. Elegimos tener miedo con tal de no salir de nuestra zona de comodidad. Y odiamos admitirlo porque creemos que tener miedo está mal.

COMO ABORDARLO EN LUGAR DE EVITARLO
Entendiendo que como toda emoción, el miedo es algo que no se planifica o que se puede hacer a un lado sólo con la razón y la intención. Lo recomendable es reflexionar acerca del mismo y canalizar lo mejor posible las acciones respectivas.
Una manera que puede ayudarnos es siguiendo los postulados que plantea Susan Jeffers, autora del libro “Aunque Tenga Miedo, Siga Adelante”, que se expresan como sigue:
- El miedo nunca desaparecerá mientras, siga creciendo.
- La única manera de liberarse del miedo a hacer algo es hacerlo.
- La única manera de sentirme mejor es... enfrentarlo.
- No soy el único que siente miedo en un terreno poco familiar, les pasa igual a todos los demás.
- Vencer el miedo asusta menos que convivir con un miedo subyacente que proviene de la impotencia.
- Entender y encarar al miedo bajo estos postulados debe conducir, en lugar a un caos o una parálisis emocional, a una postura de autocrecimiento y aprendizaje.

Igualmente, Susan Jeffers, en el citado libro ofrece algunas sugerencias, que pueden ser útiles ante situaciones que generan temor, y que me permito traer en esta oportunidad:

ESTABLEZCA SUS PRIORIDADES
Deténgase a pensar en lo que quiere conseguir en la vida. Para la mayoría de nosotros esto es muy difícil de descubrir, ya que nos han adiestrado a edad temprana para hacer lo que otros quieren que hagamos. No tenemos contacto con lo que realmente nos brinda satisfacción. Es importante recordar que los objetivos cambian sin cesar a medida que se avanza por la vida y que uno debe seguir revaluándolos constantemente. En cualquier caso, mediante la confusión se llegará finalmente a la claridad.

CONFÍE EN SUS IMPULSOS
Muy a menudo su inconsciente manda mensajes bien fundados sobre la elección preferible en determinado momento. Cuando empiece a prestarle atención a sus impulsos, le sorprenderá comprobar qué bueno es el consejo que se está dando a sí mismo.

NO SE OBSTINE... ¡CORRÍJALO!
Es muy importante confiar en cualquier decisión que uno tome y entregarse a ella. Pero si no resulta... ¡Cámbiela! Muchos estamos tan consagrados a tomar la decisión “correcta” que, aunque descubramos que no nos gusta el camino que hemos elegido, nos atenemos a él a toda costa. Lo que realmente es una locura. Tiene un valor enorme aprender que si a uno “no” le gusta algo, se trata, simplemente, de que hay que cambiar de camino.
Cuando se decida a variar el rumbo, será criticado a menudo por los que le rodean. Mucha gente se queda atascada en situaciones poco satisfactorias porque han puesto demasiado en ello y sienten que sería una pena desperdiciarlo.
En la vida, el secreto no está en preocuparse por haber tomado una decisión errónea: ¡Es aprender cuándo hay que corregirla!

Cuando canalizamos el miedo mediante acciones concretas, siempre existirá una mayor probabilidad de reducir los daños que pueden ocurrir. Si evitamos cualquier situación de riesgo también evitamos la posibilidad de crecer. Para que una vida sea más plena es necesario tener un poco de valor, asumir un poco más de riesgo en nuestras decisiones y aprender cada día tanto de nuestros aciertos como de nuestros errores.


Gerardo J. Velásquez D.
Psicólogo

EL CUIDADO CORPORAL Y LA SALUD MENTAL


Para nadie es un secreto que lo que está ocurriendo con nuestra mente se verá reflejado en nuestro cuerpo. Cada vez hay más investigaciones que demuestran científicamente la característica holística del ser humano, lo que significa que somos un ente único e indivisible que responde con todo su ser ante las situaciones que la vida le depara. De allí que sea prácticamente imposible evitar que emociones o pensamientos incidan directamente sobre la salud y el cuerpo físico, al mismo tiempo que es imposible separar el efecto en la salud mental y emocional que ha de generar el estado y las condiciones físicas de una persona.
Entendiendo esta característica holística, entonces es importante destacar que el proceso para propiciar una salud integral debe englobar tanto el cuidado y promoción de eventos dirigidos al sano manejo de nuestras emociones, como la atención y dedicación que debemos dar a nuestro cuerpo.
Con esto quiero destacar que todo aquello que podamos hacer en beneficio de nuestro cuerpo físico, bien sea para mejorar la belleza, tonificar los músculos, hasta el sólo placer de sentir y disfrutar de un buen descanso corporal, va a redundar en un estímulo positivo a nuestra salud mental y equilibrio emocional.

HONRA TU CUERPO
El mensaje es claro, se trata entonces que para una salud mental y emocional, hay que darle al cuerpo la importancia que tiene y esto hay que entenderlo desde una perspectiva integral, que ha de englobar una alimentación sana y disciplinada, un espacio para el ejercicio físico, una adecuada atención a la estética y belleza física y por supuesto un tiempo para la relajación y el descanso.
De nada vale una inversión en una liposucción si no corregimos el hábito de alimentación. Muy poco ayuda el ejercicio físico si no presto atención a mi estética. Hacer una dieta sacrificada y no poner en movimiento los músculos probablemente deje una fea flacidez corporal. De manera que hablar de honrar el cuerpo es honrarlo en todo su ser, no ayudarlo por una parte, mientras que por otra lo destruyo. Aunque suene algo gastado, no hay duda que “para tener una mente sana necesitamos un cuerpo sano”.

La alimentación:
La manera como nos alimentamos responde a un aprendizaje inconsciente que hemos transformado en hábito, como la mayoría de los actos que realizamos. Por ejemplo, no puedo dejar de comer hasta que el plato esté completamente vacío, aunque ya haya saciado el hambre. Esto puede ser un aprendizaje en respuesta a un mandato recibido reiteradamente de niño como “dejar comida en el plato es un pecado, porque hay quienes no tienen que comer”. O el acto inconsciente de vivir “picando” todo el día y después afirmar convencido que “casi no como”.
No se trata aquí de determinar qué y en qué cantidades comer. Por supuesto es muy importante crear conciencia del tipo y cantidad de alimento que ingerimos y procurarnos de una alimentación sana y balanceada, para lo cual podemos guiarnos por un especialista en nutrición. Lo que si quisiera resaltar aquí es el Cómo lo hacemos, cuáles son nuestras creencias acerca de las comidas y bebidas, cómo es el tiempo que dedico al momento de comer y el desarrollo de patrones alimentarios, es decir, la manera de ejecutar esta actividad.
Es importante que el momento de comer se haga sin apuros, en el lugar adecuado y en perfecta armonía. Se ha de tratar en todo lo posible de evitar comer en un ambiente estresante, oyendo o viendo noticias desagradables, de pié con una “bala fría” porque no alcanza el tiempo, en el mismo escritorio donde trabajamos, etc. Mientras comemos debemos estar concentrados primordialmente en la comida y en el acto mismo de comer y disfrutar de ese acto como un ritual que merece respeto.

El ejercicio:
Frecuentemente aparecen más y más estudios que determinan que el sedentarismo es sinónimo de enfermedad, para algunos, tan dañino como el consumo de sustancias tóxicas como el cigarrillo o el alcohol en exceso. El ejercicio es por sí sólo una excelente terapia para el Sistema Nervioso. Sin embargo, muchos lo dejan de un lado considerando que es muy grande el esfuerzo que han de hacer, que el tiempo no les alcanza, o innumerables excusas asociadas al hecho de ver al ejercicio como una obligación y no como un disfrute y un cariño a ese templo que llamamos Cuerpo.
Hacer ejercicio no es necesariamente  a un gimnasio o dedicarse a una actividad forzada y agotadora. Se trata de poner al cuerpo en movimiento, y para ello basta con caminar, pero disfrutando ese caminar. No es “yo hago mucho ejercicio porque mi trabajo es caminar” o “porque me voy a pié a mi trabajo”. Es darse por entero a ese momento con la conexión mente cuerpo y la sensación de su bienestar. Es disfrutar el momento sin abusar del cuerpo físico. Si resulta incómodo el caminar hay alternativas igualmente saludables como hacer bailoterapia, nadar, practicar yoga o Tai chi.

Un espacio para la estética:
No cabe duda que la belleza exterior es un reflejo de una salud interior tanto física como emocional. Nuestra salud y belleza están ligadas. No se puede criticar a una mujer porque desea subir su busto, hacerse una cirugía para corregir o mejorar alguna parte de su cuerpo. Todo lo contrario si el efecto tiende a darle un auge a su autoestima en una sociedad donde la belleza juega un papel importantísimo.
Factores que vienen desde el nacimiento, el clima, la mala alimentación, el tipo de piel, van a incidir en la belleza física. Sin embargo hoy existen una gran cantidad de alternativas que están al alcance de la mayoría de las personas y que pueden ser utilizadas con el objeto de mejorar la apariencia física. Si bien es cierto que muchas opciones pueden resultar muy costosas, no es menos cierto que hay opciones para todos los estratos.
Cuando se habla de estética no necesariamente hay que referirse a la cirugía. Se trata también del cuidado de la piel, los dientes, el modo de vestir, los detalles, etc.
Basta con imaginarnos por ejemplo el proceso psicológico que enfrenta un adolescente que ve como su cara se deteriora como consecuencia del acné, problema que muchas veces le deja marcas no solo físicas sino severos trastornos emocionales. De igual manera se puede captar el cambio positivo en un adolescente o adulto que corrige una deformación en sus dientes o que mejora su estilo de vestir.
No importa el sexo, la edad o el rol que se desempeñe, el cuidado de la apariencia física siempre jugará un papel importante en la autoimagen y la autoestima.

La relajación y el descanso:
El estilo de vida moderno, cargado de tensiones y presiones pone estrés en nuestro cuerpo y mente, y precisamente el estrés es una de las principales causas de los problemas de salud, siendo incluso por sí mismo generador de múltiples enfermedades por alteración de los Sistemas Inmunológico y Endocrino. Algunas personas se acostumbran a mantener tal estado de tensión que ni siquiera son capaces de pensar que pueden hacer actividades que rebajen esas tensiones y le devuelvan la tranquilidad, o piensan que no vale la pena, son moda o "no tienen tiempo" para incursionar en muchas de la variedad de alternativas que existen para darle al cuerpo su merecido descanso.
Siempre corriendo, siempre con prisa, siempre haciendo algo y a veces muchas cosas a la vez, “peleando con el tiempo”, resolviendo los problemas en el trabajo, en la casa, etc. Sin darnos cuenta que de esta manera acortamos la vida. Que el impacto en la salud física y mental es muy alto y que el cuerpo pronto empezará a pasar la factura.
Cuando se mantiene la vida bajo estrés es difícil concentrarse, la ansiedad aumenta, nos volvemos irritables. También desperdiciamos nuestra energía porque los músculos al estar más tensos utilizan más energía de la necesaria. Vale la pena detenerse un poco y ver qué tiempo le damos al descanso, y cuántas horas dormimos.

Hay muchas maneras de darle al cuerpo un trato que redunde en una mejor tranquilidad emocional. Por supuesto hay que dormir el tiempo suficiente que permita la recuperación de la energía luego de un día de actividad. Es cada vez más reiterado los beneficios que otorgan unos minutos diarios para meditar o sencillamente relajarse haciendo una desconexión con las responsabilidades rutinarias. O el inmenso placer que da al cuerpo y la mente un agradable masaje terapéutico. Estas actividades de dedicación al descanso y a la caricia mental y corporal, generan efectos positivos tanto a nivel físico como mental.

Por último y tan importante como los aspectos mencionados están el placer y el disfrute de hacer estas actividades. Con el entusiasmo del amor a sí mismo, no es comer por comer, hacer ejercicios porque me lo manda el doctor, mejorar mi apariencia porque mi pareja me está dejando de querer o darle el descanso o el cariño a nuestro cuerpo porque los dolores corporales ya no los soportamos. La esencia está en disfrutarlos con todos los sentidos y la firme creencia que todo lo que hacemos por nuestro cuerpo y nuestra mente es porque así lo merecemos.

Gerardo Velásquez

CUANDO LOS HIJOS SE VAN...


“EL SÍNDROME DEL NIDO VACÍO”
La “carrera” o “profesión” de ser padres suele en oportunidades ser vista, sentida y en consecuencia llevada, como un proceso que no tiene fin. La situación, condiciones de vida y oportunidades para los jóvenes, a medida que han ido pasando los años, ha hecho que los hijos permanezcan más tiempo bajo la tutela y dependencia de los padres, situación que en cierta manera ha podido contribuir a que tal “carrera” se perciba de esa manera como que no tuviera fin.

Sin embargo, la realidad es que tarde o temprano, por las razones propias de una sana evolución siempre ha de llegar el momento que los hijos emprendan la retirada y dejen su hogar de origen para dar paso a su independencia, dar inicio a un nuevo proyecto de vida, casarse, tener su propio hogar, etc.

A pesar que como padres estamos conscientes que ese momento llegará, no siempre el mismo es recibido con beneplácito y por el contrario puede surgir uno de los momentos de mayor fragilidad, desde el punto de vista psicológico, que se convierte en una de las etapas más difíciles que han de enfrentar los padres que han construido su proyecto de vida sobre la exclusiva base de una familia regular.

Este problema es comúnmente conocido como el Síndrome del Nido Vacío, haciendo la alusión metafórica al vuelo que inevitablemente ha de dar el pichón una vez que sus alas están lo suficientemente desarrolladas y las condiciones de partida están dadas. Este hecho, que tal vez debería vivirse con una sensación de logro, y, en algunos casos, como un gran alivio, pasa a dejar un vacío tanto físico como emocional en esos padres que de pronto se encuentran con una sensación de vacío en sus vidas.

Si bien es cierto que ambos pueden sentir y experimentar ese vacío, suele ser más difícil para la madre afrontar la separación física y emocional de sus hijos, sobre todo cuando su paradigma de vida, una vez afrontada la maternidad, ha sido volcado a la casi exclusiva razón de ser de su existencia. Problema que se agrava aún más si se trata de una ama de casa que no ha trabajado fuera del hogar o de una madre soltera o separada que dedicó su vida sólo a jugar el rol de madre.

La manifestación del Síndrome
Este Síndrome se puede considerar como un trastorno afectivo emocional, que se puede manifestar de diferentes maneras sin que necesariamente se tenga conciencia de las causas de los síntomas o problemas que se manifiestan. Lo más común es la aparición de un cuadro depresivo donde aparecen los sentimientos de tristeza y de pérdida, problemas de insomnio o exceso de sueño, falta de apetito, cansancio inexplicable, pensamientos de no encontrar motivos para vivir, cuyas consecuencias se hacen sentir no sólo en el plano psíquico, sino también en el físico. Dado que, muchas veces no son conscientes de lo que les pasa, suelen acudir a la consulta del médico por diferentes dolencias físicas, manifestación o reaparición de enfermedades. Situación que, afectará a la persona en forma integral, su cuerpo, su raciocinio, su libido, la autoimagen y valoración, las expectativas hacia el futuro, etc.

El vacío de la identidad
En muchos casos, la identidad de la persona, queda exclusivamente definida por el rol de madre que ha jugado en la custodia y educación de sus hijos, olvidando que además de madre es mujer, hija, esposa, trabajadora, profesional, amiga, etc. de manera que el vacío del nido se traduce en un vacío de identidad, en una pérdida del ser mismo al ya no contar con las responsabilidades propias de su rol de madre.
Esta identidad determinada por el rol de madre no necesariamente cambia porque la mujer mantenga o haya mantenido una actividad laboral o profesional, cuando su percepción de vida y razón de ser y de hacer, siempre ha sido bajo el lema de dar lo mejor de sí en la responsabilidad de velar, criar y educar a sus hijos.

La dinámica de la vida
Asumir conciencia de la situación es ya un paso hacia la adopción de medidas que sirvan de preparación para el momento de llegar a otra etapa más en la vida.
Porque definitivamente es una etapa del ciclo de vida que nos lleva desde el mismo nacimiento a ir experimentando cambios a lo largo de nuestra vida, que van desde la salida de un vientre protector, la niñez, la adolescencia, el matrimonio, el nacimiento de los hijos, y, con ellos, desde el primer día que osamos dejarlos solos en el colegio, hasta el día que dicen adiós y emprenden su propio vuelo.
Es necesario conocer estos ciclos para entender que son cambios normales e inevitables. De tal manera que nos vayamos preparando para enfrentar ese cambio, donde la familia se reduce y los padres vuelven a quedarse solos, como hace ya muchos años pero envueltos en una relación diferente.

¿Qué hacer?
Es muy poco probable evitar el proceso de autonomía de los hijos, y aunque muchos padres, temerosos de su propia inseguridad pueden jugar a la sobreprotección eterna, obviamente no resultaría psicológicamente saludable a sus hijos esa posición. De manera que cuando se acepta como inevitable y saludable ese proceso que ha de llegar, se estará en mejor condición de comenzar a trabajar dándole un cambio de significado. En lugar de vivirlo como una pérdida, podría asumirse como un periodo de crecimiento y posibilidades de autodesarrollo.
Se trata entonces de crecer con los hijos y saber adaptarse a sus distintas evoluciones. Como todo cambio, por positivo que este sea, siempre se experimentará un sentimiento de pérdida, pero también de satisfacción y alegría por el papel preponderante que se ha jugado en todo ese proceso de crecimiento.
Pensar que este proceso no va a afectar a los padres y más aún a la madre es quedarse en la negación de desarrollar y vivir el duelo de esa pérdida. Por eso es importante insistir que toda separación, y mucho más la de los hijos, conlleva un proceso de pérdida que es necesario asumir como normal y en consecuencia elaborarlo para aceptarlo. Es una nueva transición que requerirá ajustes para la continuidad de una vida sana.
Puede pensar en todas las cosas que ahora tiene tiempo para hacer como algunas que podemos señalar:
· Puede ser una ocasión para reavivar la relación de pareja
· Para reconocer los aspectos positivos de lo que acaba de concluir y de las oportunidades de la etapa que se abre.
· Puede ser la oportunidad para retomar aficiones o incluso iniciar nuevos hobbies.
· Vale la pena reordenar el tiempo y dedicar unas horas cada día al ejercicio físico, a las salidas y a entretenimientos diversos.
· Puede ser el momento de mudarse a un lugar más acorde con su nueva etapa. Un lugar a su medida y gusto, entretenido y fácil de manejar.
· Puede ser la oportunidad de organizar un viaje. Con la pareja, un familiar o un amigo o amiga.
· Es importante recordar que el hijo o hijos, estén cerca o estén lejos, están en un proceso de crecimiento y desarrollo pero siguen siendo sus hijos, y siempre se pueden hacer encuentros agradables y placenteros.
Por supuesto, en algunos casos este proceso, a pesar de todo puede ser muy duro. Siempre está la alternativa de conversar con alguien que haya ya pasado por ese proceso, o con un profesional que le ayude a elaborar el duelo de la mejor manera posible.

Gerardo J. Velásquez D.


LOS COMPORTAMIENTOS OBSESIVOS


En el día a día de las personas suelen presentar un sinnúmero de comportamientos que, por ser realizados en forma automática pasan con mucha frecuencia desapercibidos, aunque sin darnos cuenta se pueden convertir en importantes causas de estrés y hasta pasar a ser verdaderos trastornos del comportamiento, con consecuencias muy negativas para el desarrollo de la persona en los distintos espacios de la vida, bien sea el familiar, social o laboral.
Entre estos comportamientos queremos hacer mención a las llamadas obsesiones y compulsiones. Hay algunas personas que tienden a preocuparse demasiado por los problemas de cada día y a dar "vueltas y vueltas" a situaciones, conversaciones o imágenes sin poder controlar y parar en un momento determinado este torbellino de representaciones. También hay personas que presentan unas altas tendencias de perfeccionismo, el orden, la limpieza, el detalle en el vestir, comer, la atención a los hijos, etc.
Algunas personas conviven amigablemente con estas conductas, sin embargo la gran mayoría, por lo menos mantiene un cierto nivel de estrés permanente, dado que en su día a día comienzan a tener dificultades que suelen reflejarse en sus relaciones, en la administración de su tiempo, en ataques de angustia al sentirse incluso esclavas de tales comportamientos.

Del pensamiento al comportamiento En todo comportamiento obsesivo existe un componente básico del pensamiento. Es el pensamiento lo que le da el carácter de obsesivo. En otras palabras, las obsesiones son ideas, pensamientos recurrentes que se experimentan como intrusos, no deseados e inapropiados y causan ansiedad o malestar significativos. Por ejemplo, pensar que todo está contaminado, sentirse o verse siempre con sobrepeso, tener constantes pensamientos sobre la muerte, etc. El problema se agrava a medida que existe una mayor conciencia de que tales pensamientos no necesariamente van cónsonos con la realidad y que suelen ser producto de su propia mente, lo que hace que la persona intente ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien trata de neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos, dando lugar a conductas compulsivas como un mecanismo de defensa frente a la angustia que le generan tales pensamientos.
Por su parte las conductas compulsivas se presentan como comportamientos de carácter repetitivo, que el individuo se ve obligado a realizar, como consecuencia de las ideas o pensamientos obsesivos. Su objetivo es la reducción de la angustia o la prevención de algún acontecimiento negativo. De allí que estos comportamientos compulsivos a veces también se llaman rituales. Por ejemplo, una persona puede tener pensamientos obsesivos como tener miedo de los gérmenes y en consecuencia la persona puede pasar horas lavándose las manos después de usar un baño público.

A manera de ejemplo se pueden mencionar algunas de las ideas obsesivas más comunes y conductas compulsivas que suelen derivarse de tales ideas:

Miedo a contaminarse por gérmenes o bacterias: Limpiar exageradamente todo, lavarse repetidas veces las manos, tomar baños varias veces al día o cepillarse los dientes una y otra vez.
Preocupación de no hacer bien las cosas o dudas de haberlas hecho: Revisar puertas y cerraduras de la casa y /o del carro para ver si están cerradas, si puso la alarma, si pasó bien las llaves. Revisar aparatos eléctricos para asegurarse de que están apagados.
Preocupación por el orden, simetría y exactitud: Ordenar y disponer cosas de cierto modo, prestar atención excesiva en los detalles, ponerse la ropa en el mismo orden todos los días, guardar las pertenencias en la habitación en un orden muy especial y molestarse si este orden se altera.
Pensar en ciertos sonidos, imágenes, palabras o números todo el tiempo: Contar una y otra vez hasta cierto número, repetir palabras dichas por uno mismo o por otros; formular en repetidas ocasiones la misma pregunta.
Mantener la idea que todo se puede necesitar en el futuro: Guardar periódicos viejos, objetos que no se usan, publicidad por correspondencia, envases de plástico vacíos.
Preocupación excesiva por las imperfecciones de su cuerpo: Insistir en someterse a varias cirugías plásticas, pasar un número excesivo de horas en el gimnasio, probar todo lo que considere puede mejorar su figura.

Ser perfeccionista o ser obsesivo
Cuando hablamos de una persona perfeccionista no significa que estemos ante un obsesivo. Aunque el perfeccionista suele llegar a estados de angustia porque las cosas no le salen a la perfección, lo que realmente suele manifestar son frustraciones que pueden reflejarse más con síntomas de depresión. Su estructura rígida le impide la plasticidad necesaria para adaptarse a cambios necesarios.
El ser perfeccionista no se considera un problema patológico, sino una forma de ser, un rasgo de personalidad. Sin embargo, como todo rasgo de personalidad puede sufrir descompensaciones por fracasos, frustraciones o resultados negativos, que lo pueden llevar a manifestar un síndrome depresivo. O también puede presentar problemas a nivel de sus relaciones, bien sean estas familiares o laborales.
El obsesivo, por su parte manifiesta una gran angustia que le genera su estado obsesivo. Racionalmente entiende que su manera de pensar es absurda, pero aún así no puede evitar tales pensamientos y comportamientos. Es como si una parte de sí entiende que estos pensamientos obsesivos son irracionales, pero la otra parte teme que los pensamientos sean verdaderos.
En todo caso, existe en mayor o menor grado un problema de comportamiento. Con el desorden en su casa, un perfeccionista puede generar molestias desde reproches hasta actitudes y acciones bastante agresivas, mientras que el obsesivo centrado en el orden, manifiesta una crisis de angustia que genera en él un gran desequilibrio emocional.

Hay que estar alerta
Todas las personas en algunos momentos vamos a presentar tanto pensamientos como comportamientos obsesivos y compulsivos, e incluso pueden resultar positivos en distintas facetas. Por ejemplo un trabajador puede ser obsesivamente responsable y ello resultarle altamente beneficioso en su desempeño y por ende en su desarrollo. No obstante, tal responsabilidad extrema en su trabajo puede ocasionarle problemas en el hogar cuando, como no puede dejar nada para el día siguiente, se lleva trabajo a casa, o se avoca sin medida al trabajo descuidando sus responsabilidades de esposo, padre, hijo, etc.
De manera que el problema se presenta cuando perdemos el control y tales comportamientos comienzan a interferir en el normal desenvolvimiento de nuestras vidas.

En este sentido es importante evaluar nuestros comportamientos y los de nuestros familiares, ya que dependiendo del nivel del problema, la frecuencia, el tipo de pensamientos y comportamientos, se puede estar ante un verdadero problema. Desde situaciones aisladas y simples hasta el Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Muchas investigaciones han encontrado ciertos trastornos neurológicos en personas con Trastornos Obsesivo Compulsivos, que sugieren que existe una deficiencia de un neurotransmisor químico que se encuentra en el cerebro llamado serotonina. De allí que medicamentos que pueden regular la serotonina, son en oportunidades recomendados.
En todo caso, siempre es importante saber que, con la ayuda profesional se puede canalizar el proceso para ayudar a las personas a superar tales problemas y que existen distintas alternativas, que van desde los fármacos, la psicoterapia, Programación Neurolingüística, Neuroterapia, Terapias conductuales.
Cada caso siempre es único y la combinación de estas alternativas terapéuticas va a variar según favorezcan en mayor o menor grado a la persona

Gerardo J. Velásquez D.

LA BELLEZA FÍSICA Y EL SÍ MISMO


No cabe duda que lucir bien es un buen incentivo para las personas. Sin embargo, los atributos físicos que se heredan, o los defectos que se adquieren a través del devenir de la vida no siempre favorecen a la mayoría de las personas. Afortunadamente hoy hay muchas alternativas que posibilitan que tales atributos se puedan ir incorporando y muchas veces se logran cambios bastante interesantes que prácticamente hasta pueden transformar a un individuo de pocos o limitados atributos en una esbelta y muy atractiva persona.

En la actualidad, puede considerarse una actividad de rutina el ingresar a un quirófano para embellecer la imagen corporal. Sin embargo, son muchos los elementos que deben considerarse a la hora de tomar la decisión, muy importante por supuesto será la escogencia de la institución o el profesional, pero no menos importante ha de ser las razones de peso que llevan a la persona a aceptar pasar por el proceso quirúrgico, ya que aunque pareciera obvio que la intención es agregar o corregir aspectos para lograr una mejor apariencia física, el resultado emocional pudiera ser muy negativo si los resultados obtenidos no concuerdan con los objetivos “secundarios” que están detrás de la decisión tomada.

Objetivos claros
Además del embellecimiento físico, el someterse a una cirugía estética también brinda a la persona la posibilidad de proporcionarle una imagen más adecuada y positiva, mejorarle su autoestima, otros aspectos de salud y, por lo tanto, su calidad de vida. De manera que, dados los avances modernos y existiendo la posibilidad, bien vale la pena para muchas personas pasar por ese proceso. Ahora, cuando hablo de beneficios “secundarios”, me quiero referir a esas intenciones que consciente o inconscientemente se esconden detrás de todo comportamiento humano. De allí la importancia de una sincera autoevaluación sobre los motivos que lo conducirán a la cirugía.

Si existe la expectativa que con el cambio físico resultante se logrará por ejemplo la recuperación del amor perdido, de ganar la competencia al amante de su pareja, de conseguir en cierto lapso una pareja, de la obtención de un empleo, u otras expectativas similares, la consecuencia emocional puede ser devastadora al no alcanzarse dicha o dichas expectativas. Mientras la cirugía estética sea un complemento para mejorar la imagen de la persona y no para ocultar la insatisfacción o la frustración que ésta tenga, seguramente será beneficiosa. Cuando la persona busca en la cirugía estética un complemento a su figura, los resultados suelen ser favorables. Distinto será si la persona, apoyándose en esta práctica trata de compensar alguna frustración, ya que las probabilidades la llevarán a mayores complicaciones en el ámbito emocional.

La imagen de sí mismo o Autoimagen
¿Qué hace que algunas personas, después de una operación de cirugía plástica, siguen comportándose como si mantuvieran los mismos problemas de estética, los mismos defectos o conservaran las mismas cicatrices?. Evidentemente, aquí el problema va mucho más allá del mero cambio físico. Puede que se trate más de un gran problema de autoestima o del marco de creencias que la persona tiene sobre sí misma.
Cuando la imagen de sí mismo y la autovaloración de una persona dependen del peso corporal o de de sus formas, las conductas obsesivas suelen ser el resultado, surgen entonces problemas como la bulimia o la anorexia, o el permanente tratamiento quirúrgico de embellecimiento, que ya no tiene que ver con la realidad de su apariencia ante los demás, sino con el verdadero problema de cómo se ve a sí misma, alterando en consecuencia tanto su salud mental y emocional como la de sus seres queridos que ven con impotencia el problema de la persona.

De allí la importancia de la autoimagen, que no es otra cosa que el conjunto de creencias u opiniones que la persona tiene de sí mismo, de cómo se ve como persona, cómo percibe sus características y atributos (su autoimagen real), de cómo de gustaría verse (su autoimagen ideal), o cómo cree que es en función de las opiniones de los demás (su autoimagen social).
Por supuesto esta autoimagen, no sólo tiene que ver con el aspecto físico, sino con el aspecto holístico de la persona.

La idea siempre debe ser sentirse bien con uno mismo. Obviamente, una cirugía estética debe redundar en una mejor apariencia física, sin embargo, cuando las personas acceden a las cirugías estéticas buscando con lo externo eliminar conflictos internos, la situación suele complicarse, pues el conflicto no desaparece con el cambio físico. Por el contrario pueden aparecer problemas mayores como la obsesión, la depresión y otros trastornos emocionales.

La armonía mente – cuerpo
Seguramente estamos acostumbrados a escuchar que mente y cuerpo son esenciales para una buena salud integral. Yo me inclino más a la tesis que nos presenta ante el mundo como la sumatoria de cuatro “cuerpos”, a saber, un cuerpo físico que es el que mostramos ante un espejo, el que expresa la salud física o en su defecto la enfermedad, un cuerpo mental, que contiene nuestros pensamientos y manera de pensar, un cuerpo emocional, responsable de cómo enfrentamos y nos comportamos ante las emociones que vivimos, aspecto que se considera básico en la inteligencia emocional y por último, un cuerpo espiritual o energético, que nos conecta con la energía de la vida y todos sus elementos.

Estos cuatro cuerpos trabajan como un sistema en la salud integral de toda persona, y por supuesto una alteración en cualquiera de ellos, alterará el sistema total. De manera que no cabe duda que todo lo que hagamos para mejorar nuestro cuerpo físico, irá igualmente en beneficio del sistema total y por ello será importante todo lo que se pueda hacer a su favor. No obstante, es necesario que en forma paralela también se dedique atención a la revisión de los otros componentes del sistema, tanto a nuestros pensamientos y el manejo de las emociones, como a la alimentación espiritual.

Lograr y mantener el cambioVale también destacar que un esfuerzo de mejora física se puede perder si no se cambian algunos hábitos de vida. Desear estar sano no es lo mismo que estar dispuesto a adoptar un estilo de vida más saludable, y tampoco es lo mismo tener buena voluntad para adoptar nuevos hábitos que ser capaz de practicarlos. Dado que los hábitos son patrones de comportamiento instalados es probable que se requiera ayuda para pasar de los deseos a la práctica y establecer nuevas pautas de comportamiento, ya se trate de establecer una rutina sencilla de ejercicios, comer sano, aprender a manejar el estrés, o un cambio de hábitos más complejos como alejarse de las drogas, dejar de fumar o limitar el consumo de alcohol.

Con la ayuda psicoterapéutica, más específicamente con la aplicación de técnicas desarrolladas en Programación Neurolingüística (PNL) se puede ayudar a la persona a descubrir mecanismos internos que bloquean el cambio de un hábito, que hacen que la persona tenga una autoimagen distorsionada y una baja autoestima y a definir las estrategias para mejorar la autoimagen y desarrollar nuevos hábitos de comportamiento, algunas veces con ejercicios sencillos de cambios en la manera de percibirse a sí mismo, sean estos visuales, auditivos o kinestésicos y otras veces trabajando con los valores personales o profundizando en el cambio del marco referencial de creencias de la persona.

Recordemos que toda persona tiene una imagen mental de cómo cree que es. Esta imagen, que suele ser visual puede estar acompañada de otros componentes sensoriales, tales como mensajes que se manifiestan como voces internas o sensaciones físicas. Si esta autoimagen resulta funcional, facilitará la activación de los recursos necesarios para sentirnos bien y tomar buenas decisiones. Si es disfuncional, se puede cambiar u optimizar con la ayuda respectiva. Lo importante siempre será aprovechar al máximo y en congruencia todo aquello que estemos dispuestos a mejorar para dar la mejor calidad de vida a nuestra existencia

Gerardo J. Velásquez


LA ADOLESCENCIA

El camino para dejar de ser niño y convertirse en adulto Más que una crisis, como suele llamarse, me gusta llamar esta etapa de la vida como un camino. Un lindo e interesante camino que se ha de recorrer y que definitivamente será determinante en el resto de la vida de todo ser humano. Determinante porque es en esta etapa cuando se define la esencia de la personalidad, se consolidan los valores, las creencias y la definición del rol que se ha de jugar en la sociedad. Son muchos los cambios que se distinguen en esta etapa de la vida. Cambios que van a afectar al joven tanto en su aspecto físico y biológico, como en su desarrollo emocional, social y afectivo. Al mismo tiempo que se hacen más altos, comienzan a afeitarse o llega la menstruación en las niñas, también comienzan a pensar y a sentir de forma diferente. Es durante la adolescencia que comenzamos a aprender sobre el mundo que nos rodea y a encontrar nuestro lugar en él. Los jóvenes a esta edad anhelan la excitación en una forma que la mayoría de los adultos encuentran difícil de comprender, incluso actividades excitantes que pueden resultar peligrosas. También en esta edad se tienen las primeras experiencias con la bebida, el cigarrillo, con drogas, y las advertencias de los padres, educadores y otros adultos al respecto suelen ser ignoradas. Se vuelven más inconformistas y críticos con respecto a los adultos que ejercen sobre ellos algún tipo de autoridad como sus padres y profesores, y buscan el refugio y el consejo de compañeros y amigos de su misma edad. LOS ASPECTOS PSICOLÓGICOS Uno de los aspectos más importantes a considerar acerca de la adolescencia es el cambio e impacto psicológico que enfrentan tanto los jóvenes adolescentes, como sus padres, quienes suelen olvidar que también les tocó vivir esa etapa en su vida y comienzan a cuestionarse o desesperarse ante la realidad de tener que enfrentar situaciones con su hijo que ha dejado de ser un niño, pero que aún le falta un largo período que recorrer para ser adulto. Por eso es común escuchar a madres y padres de jóvenes en esta edad de la vida que comentan, o consultan porque “La conducta de mi hijo es incomprensible”, “siempre fue un niño muy dócil, pero ahora…”, “pienso que no he sabido educar bien a mi hijo y ya no sé que hacer”, “le hemos dado de todo, hemos intentado hablar, pero es imposible, nos sentimos incompetentes”. Algunos de los problemas que suelen surgir se originan cuando los jóvenes comienzan a desarrollar sus propios puntos de vista que con frecuencia no son compartidos por sus padres. En la búsqueda de su propio sentido de identidad comienzan a aislarse de la familia para pasar gran parte de su tiempo en compañía de personas ajenas a la familia, generalmente otros jóvenes, o hablando por teléfono o chateando. Lo cual también puede irritar a sus padres. En esta época, la manera de vestir y la apariencia física se convierten en algo muy importantes, bien como forma de expresar solidaridad con los amigos o bien como una forma de declarar su creciente independencia de la familia. En consecuencia, los padres suelen sentirse rechazados, y en cierto sentido lo son. Pero este rechazo aparente es necesario para que el joven llegue a ser un adulto con una identidad propia. Aunque los enfrentamientos y discusiones sean frecuentes, los adolescentes suelen tener un alto concepto de sus padres. Los rechazos y conflictos no suelen tener que ver con la personalidad de los padres, sino más bien con el hecho de que es de sus padres de quien tienen que independizarse si quieren tener su propia vida. CAMBIOS RELEVANTES EN EL COMPORTAMIENTO Es importante reconocer algunos de los siguientes comportamientos que suelen presentarse en el adolescente y que vale la pena reconocer en aras de entenderlos y aceptarlos como propios de esa etapa de la vida: Comportamiento oposicionista, como consecuencia de la necesidad que tiene de autoafirmarse, de formar un yo diferente al de sus padres a los que ha estado estrechamente unido hasta ahora, con necesidad de autonomía, de independencia intelectual y emocional. Conducta narcisista. Le concede una importancia extrema a su físico, puede lamentarse por un grano en la nariz, obsesionarse por la ropa, por estar gordo o delgado… quiere estar constantemente perfecto aunque su visión de la estética no tenga nada que ver con la de los padres. Falta de confianza en sí mismo. Sufre a causa de sus propios cambios físicos que no siempre van parejos con su crecimiento emocional, ya que la madurez física siempre precede a la psíquica, con lo que a veces se encuentra con un cuerpo de adulto, que no corresponde a su mente, generando con frecuencia sentimientos de inseguridad Inconsistencia afectiva, a veces con la sensibilidad a flor de piel y otras en las que parece carecer de sentimientos. Un día sorprende a sus padres (o alguno de los dos) con un efusivo abrazo y otro día rechaza cualquier muestra de cariño. Un día sin motivo aparente se despierta todo malhumorado, probablemente a consecuencia de un ajuste hormonal. Exceso de individualidad, como afirmación del yo, con gusto por la soledad, el secreto, las excentricidades en el vestir, o en su forma de hablar o de pensar. Necesita reformar, transformar el mundo, ser distinto y especial. Crisis social, con una rebelión en cuanto a los sistemas de valores de los adultos y las ideas recibidas. Achaca al adulto sobretodo su falta de comprensión y el hecho de que atenta contra su independencia. Sentimientos angustia, como consecuencia de esa incongruencia de no ser niño ni adulto que lo expone a una frustración continua. Por una parte se le exige que actúe como un adulto (en sociedad, con responsabilidad) y por otra se le trata como un niño, se le prohíbe vestir de una u otra forma, o se reglamentan sus salidas nocturnas, etc.… Esta angustia se suele expresar con: .- Agresividad, manifestada con malas respuestas, portazos, peleas con los hermanos, etc. .- Miedo al ridículo, sobre todo ante compañeros o amigos por estar haciendo actividades o vestir en forma inapropiada según sus intereses, cuyo miedo puede tener manifestaciones físicas como taquicardia, trastornos gastrointestinales, etc.… .- Angustia expresada de forma indirecta como miedo a los exámenes (quedarse en blanco), timidez extrema, miedo a desagradar, reacción de rechazo cuando se le dan muestras de cariño, tanto en público como en privado, etc. CONSEJOS A LOS PADRES Aunque pueda decirse cualquier cosa en el calor del momento, no cabe duda que los padres todavía juegan un papel crucial en la vida del sus hijos adolescentes, sólo que ahora les toca jugar de una manera distinta. Ya el hijo dejó de ser un niño, pero sigue requiriendo de mucho apoyo. La preocupación de los padres se suele asociar con los períodos de incertidumbre, confusión e infelicidad experimentados por los adolescentes. Pero, a pesar de todo esto, es importante no olvidar que antes de llegar a la adolescencia ya se han sembrado valores y se ha modelado un comportamiento, y aunque pueden venir tiempos difíciles, la mayoría de los adolescentes no desarrollará problemas graves. Si ya se sabe que el hijo adolescente experimentará cambios de humor, entonces hay que prepararse para aceptarlos. Criticarlo generará más conflictos en el futuro. El ser autoritarios, siempre tomando las decisiones unilateralmente generará hijos incapaces de hacer nada porque siempre tendrán miedo, y si la rigidez ha sido mucha, lo más probable es que la conducta oposicionista sea mucho más severa. El mantener la sobreprotección tampoco favorece al adolescente y reforzará conductas de timidez, inseguridad, incapacidad para tomar decisiones. Sobreprotección que no es otra cosa que el mismo miedo de los padres a la separación que tarde o temprano ha de llegar respecto a sus hijos. Por otra parte, la excesiva permisividad puede ser también muy dañina. No hay que olvidar que es una etapa donde el adolescente no es lo suficientemente maduro para evaluar el riesgo que enfrenta en esa nueva independencia. De allí que algunos padres por propia comodidad o por temor a ser impopulares ante sus hijos, exageren en mantener actitudes de concesión constante. Como todo en la vida, el equilibrio es la mejor forma. La idea es formar hijos con confianza en sí mismos, con altos niveles de autoestima y una independencia sobre todo responsable. De manera que hay que valorar la autonomía pero también reforzar la conducta disciplinada y ordenada. Hay que saber decir no, dando las explicaciones adecuadas, manteniendo una comunicación amplia y sincera, lo que disminuye las tensiones y por otra parte ayuda a que se detecten con tiempo los problemas que puedan presentarse, como la bebida, problemas escolares, drogas, etc.… que de no encauzarse adecuadamente pueden ser muy graves. Hay que alentar la toma de decisiones, dando los consejos adecuados, pero no imponiendo siempre su criterio. Es mentira que el hijo adolescente va a dejar de querer a sus padres por las restricciones que han de imponerse en su bienestar. Cuando el proceso se torna muy dificultoso, siempre es conveniente la ayuda profesional. 

Gerardo J. Velásquez D.